Trabajar en procesos bien definidos y organizados aumenta la implicación, la motivación de los participantes y facilita la eficiencia en el puesto de trabajo, mejorando la calidad de nuestros procesos y la seguridad de las personas.
La ventaja de aplicar esta metodología en una empresa es que permite establecer nuevos hábitos consolidados por los trabajadores, incrementando el valor añadido, eliminando los despilfarros y mejorando la eficiencia de la organización.